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EL COMERCIO

May 18, 2007- 18 de Mayo del 2007

Three Indigenous Groups Hidden In Yasuní National Park in Danger of Disappearing

 

El Comercio

Three Indigenous Groups Hidden In Yasuní National Park in Danger of Disappearing

The three uncontacted indigenous groups presumed to be hidden in the jungle of western Ecuador are now in immediate danger of disappearing, with no traces left, thanks to pressures from loggers, oil companies, and diseases foreign to their environment.

There is agreement that one of these groups, the Taromenani, who probably number only a few dozen, live in a small zone of dense moist forest in the heart of Yasuní National Park, according to Father Juan Carlos Andueza of the Capuchin Mission in the western province of Orellana.

Until a few years ago, signs of Tagaeri activities were found in what is now Taromenani territory. The Tagaeri could have disappeared, or perhaps a few members still survive, a group of journalists told Andueza. A Spaniard, Andueza has lived in Orellana for 17 years and has a close relation with the indigenous people of the area.

The third uncontacted group does not have a name, and only exists as “rumors of the existence of an unknown tribe” from the Waorani, an indigenous group that has been integrated for decades. The Waorani believe the unknown group lives in the western-most zone of Yasuní, along the border with Peru. But Andueza added that “neither houses nor people have been seen.”

Andueza emphasized the “extreme fragility” of these uncontacted groups in voluntary isolation, due to both their small numbers and their lack of defenses against possible attacks or diseases, such as the flu, to which they are susceptible.

“If a logger with the flu leaves behind a jacket in the jungle, and a hidden community finds it, they could all die within a few days,” said Andueza, who believes the survival of these groups is possible only if they take refuge in even more isolated zones in the headwaters of small rivers, where loggers don’t go.

Journalist Milagros Aguirre agrees with Andueza. In early 2007, Aguirre published a broad report about illegal logging of precious forests in Yasuní and its relation to the survival problems facing the uncontacted tribes. Yasuní is the largest park in Ecuador, with over 900,000 hectares and enormous biodiversity.

Aguirre said that the Taromenani, who probably arrived from Peru, are restricted to their current zone, “where the Tagaeri used to live, and they don’t have anywhere else to go. They’re living with no space,” he said. In his opinion, this complicates their isolation, and thus makes their survival “more difficult.”

The Tagaeri are fierce warriors known as “red legs” for their custom of painting their legs red. The group is a part of the Waorani tribe that has avoided contact with civilization.

The Taromenani are a different ethnicity altogether. They are generally taller, with clearer skin, and they have a distinct language, distinct spears, and distinct blowguns.

If anyone could facilitate contact with these hidden groups, it is the Waorani. This indigenous group comprises some 2,000 to 2,500 members, of whom between 500 and 600 live in communities in the zone surrounding Yasuní and in various places within the park.

The Waorani have made pacts with oil companies and with settlers, allowing them to extract crude oil and log wood(especially mahogany) illegally in the forest. In the past few years, however, the Taromenani have speared three loggers to death.

It is unknown how many Taromenani have been killed by loggers. But in 2003, a group of Waorani killed 14 Taromenani: one man and 13 women and children.

According to Aguirre, the attorney general and the police who went to the scene “limited themselves to taking pictures while the house burned.” They did not truly investigate what happened, and the crime went unpunished.

“Nor did they do any archeological or anthropologic studies,” said Aguirre, “giving some idea of the invisibility of these tribes for the authorities.”

In addition, the fact that most of the victims were women and children aggravates the danger of the group’s disappeance, since they literally “killed the future,” said Alejandra Rivas, head of Ecuadorian Community Relations for the Brazilian oil company Petrobras.

Petrobras, which owns a concession in Yasuní, has developed in Ecuador a plan for avoiding contact with hidden indigenous tribes near the company’s operations throughout South America. Roughly a hundred isolated indigenous groups are estimated to live on the continent: around 70 in Brazil, 20 in Peru, and the rest in Bolivia, Colombia, Ecuador, and Paraguay.

If the Ecuadorian government decides to extract the ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini) oil field – the largest oil reserve of the country, which also lies within Yasuní – the pressures of development may become unbearable for the uncontacted tribes.

“We know very little about these tribes,” said Rivas, who fears that “by the time we know more about them, they may no longer exist.”


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EN ESPAÑOL

El Comercio

Tres grupos de indígenas ocultos en el Parque Nacional Yasuní están en peligro de desaparecer

Los tres grupos de indígenas ocultos que se presume se refugian en la selva del oriente de Ecuador están en peligro inmediato de desaparecer sin dejar rastro por la presión de madereros, petroleros y enfermedades ajenas a su ambiente.

Sólo hay constancia de que uno de estos tres grupos, los taromenani, que probablemente son unas pocas decenas, viven en una pequeña zona de densa selva húmeda en el corazón del Parque Nacional Yasuní, según el padre Juan Carlos Andueza, de la Misión Capuchina en la provincia oriental de Orellana.

Los tagaeri, de los que había rastro de actividades hasta hace pocos años en la actual zona de los taromenani, podrían haber desaparecido o, quizá, pervivan algunos, dijo a un grupo de periodistas Andueza, un español que lleva 17 años en Orellana y tiene una relación privilegiada con los indígenas.

Del tercer grupo, que no tiene nombre, sólo existen "rumores" escuchados a los huaorani, indígenas integrados hace décadas, "de la existencia de un pueblo desconocido" que habitaría la zona más oriental del Yasuní, junto a la frontera con Perú, "pero no se han visto casas ni gente", agregó el religioso.
Andueza insistió en la "extrema fragilidad" de estos grupos "sin contactar" o "en aislamiento voluntario", tanto por su pequeño número como por su indefensión ante posibles ataques o enfermedades, como la gripe, contra la que están inermes.

"Si un maderero con gripe deja un saco (chaqueta) en la selva y lo recoge una comunidad oculta, pueden morir todos en pocos días", recalcó Andueza, para quien la supervivencia de estos grupos sólo es posible si se refugian en zonas aún más aisladas de las cabeceras de los ríos pequeños, donde no llegan los madereros.

De la misma opinión es la periodista Milagros Aguirre, quien a principios de 2007 publicó un amplio informe sobre la tala ilegal de maderas preciosas en el Yasuní, el mayor parque de Ecuador con más de 900 000 hectáreas y una enorme biodiversidad, y su relación con las dificultades de estos pueblos para sobrevivir.

Aguirre dijo que los taromenani, probablemente llegados desde Perú, estarían restringidos a su actual zona, "donde antes estaban los tagaeri, y ya no tienen donde más desplazarse".

"Se están quedando sin espacio", admitió Aguirre, para quien eso hace "más complicada" su pervivencia, pues dificulta su aislamiento.

Los tagaeri, que fueron fieros guerreros conocidos como los "pata colorada", al teñirse las piernas de rojo, eran un clan de los huaorani, que evitó el contacto con la civilización.

Los taromenani, de otra etnia, son más altos, de piel más clara, con una lengua diferente, así como lanzas y cerbatanas distintas.

Quienes podrían facilitar el contacto de estos grupos ocultos son los huaorani, un pueblo compuesto por unos 2 000 ó 2 500 miembros, de los que entre 500 y 600 viven en comunidades en la zona que rodea el Yasuní y en algunos puntos del interior del parque.

Son los huaorani los que pactan con petroleras y colonos, a los que cobran para facilitarles extraer crudo o sacar ilegalmente el cedro y la caoba de la selva, donde en los últimos años los taromenani han matado a lanzazos a tres madereros.

No se sabe cuantos taromenani han podido matar los madereros y los huaorani fueron los autores de la matanza, en 2003, de catorce taromenani, un hombre y 13 mujeres y niños.

Según Aguirre, el fiscal y los policías que acudieron al lugar "se limitaron a hacerse fotos con la casa quemada", sin investigar en profundidad lo sucedido, que quedó impune.

"Tampoco se hizo ningún estudio arqueológico ni antropológico", lo que, recalcó Aguirre, "da una idea del olvido en que están estos pueblos para las autoridades".

Además, el que los muertos fueran mujeres y niños agravó el peligro de desaparición de este grupo, ya que "se mató el futuro", apostilla Alejandra Rivas, responsable de Relaciones Comunitarias de la petrolera brasileña Petrobras en Ecuador.

Petrobras, que tiene una concesión en el Yasuní, ha redactado en Ecuador un plan para evitar contactos con los pueblos ocultos cerca de sus explotaciones en toda Sudamérica, donde se calcula que hay un centenar de grupos indígenas aislados: unos 70 en Brasil, 20 en Perú y el resto en Bolivia, Colombia, Ecuador y Paraguay.

Pese a los cuidados que promete Petrobras y los que asegura que pondrá el Gobierno de Ecuador si explota el yacimiento ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), la mayor reserva de petróleo del país, también en la zona del Yasuní, la presión del desarrollo podría ser insoportable para estos pueblos no contactados.

"Se sabe muy poco de esos pueblos", admite Rivas, quien teme que, "para cuando se conozca más sobre ellos, quizá ya no existan".

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